EL DESORDEN ES EL MEJOR AMIGO DE LA POBREZA
Un rápido examen de conciencia me dice que cuando no preparamos los días con antelación, nosotros también terminamos regalando nuestro dinero. ¿No te dio tiempo de desayunar? ¡Bienvenido el café de 40 pesos! ¿No tuviste tiempo de pasar al supermercado? ¡Démonos el gusto de comer fuera!... Ay, cómo duele la cartera por querer dormir cinco minutos extra.
Las cosas van subiendo de tono si miramos con mayor detenimiento ¿Cuánta ropa dejas de ponerte por no tener tiempo de llevarla a costura por un botón o porque no ajusta bien? Y cuando pasas por esa tienda glamorosa es mejor “reponer” la prenda en lugar de pagar una fracción del precio por la reparación de la que ya tienes.
¿Hablamos de las cuentas? Imposible olvidar los recargos por pagos atrasados de facturas cuya existencia olvidaste debajo de un montón de papeles. Y no para deprimirnos, sino para no olvidar nada, una última pregunta ¿cuánto tiempo productivo llega a malgastarse tratando de localizar ese archivo o propuesta urgente entre gigas y más gigas de música, videos y viejos archivos en tu computadora?
¿Cómo volverte ordenado y dejar de malgastar el dinero?
No enloquezcas tratando de cambiar años de desorden en un día. Comienza por áreas definidas (closet, librero, escritorio, computadora). Dale a cada espacio su tiempo y enfócate en ello.
Un lugar para cada cosa y una cosa en cada lugar. No mezcles categorías. Será imposible recordar ese lindo abrigo de invierno si nunca lo ves. Toda la ropa de invierno en el mismo lugar. Cosas de papelería en un solo cajón o cesto. Documentos importantes en un archivero y, por favor, en folders diferentes y ordenados por categoría.
Limpia la despensa. Algo útil y hasta divertido consiste en dejar de ir al supermercado hasta consumir lo que hay en tu refrigerador y despensa. Esta semana tendré en casa lo que llamo “rematar los inventarios”. Además de ahorrar, sale toda la creatividad para armar menús con lo que hay.
Designa una caja o cesto para “reparaciones” y súbelas al auto. Es más fácil olvidar esa falda que requiere dobladillo (o bastilla) en el fondo del closet que si la tienes a la mano cuando pasas por la sastrería.
Le llaman el “minuto heroico” y es completamente cierto, es de súper héroes dar el salto de la cama en el mismo minuto en que suena el despertador. Si planeamos, dejaremos de ser víctimas de los “cinco minutitos” y del taxi, y del café boutique y todo lo que se acumula por salir tarde de casa.
FUENTE: http://www.metroscubicos.com/
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